"A solas con Cerati", Revista Vea, Febrero, 1987
Quizás sea por si pinta, mezcla de niño bueno capaz de hacer una maldad, o por el fenómeno que produce en las mujeres (y que se vio en Viña). Que muchos trataron de pintarlo como un divo, inaccesible y difícil. Pero, al escuchar con atención sus palabras, esa imagen se desvanece de inmediato. Habla y se toma las cosas, entre ellas la música, muy enserio.
Su vida privada es punto aparte, algo que reserva para sí, y que comenta brevemente cuando hay preguntas relativas a una novia. Muy por el contrario, cuando se trata de los Soda, los ritmos, las letras, la fama o Viña del Mar, él se larga a hablar de corrido.
Después de las actuaciones en la Quinta, los integrantes de Soda Stereo pasaron el fin de semana en un hotel santiaguino, tranquilos. Por fin. Tan diferente al panorama que vivieron en la Ciudad Jardín, donde llegaron a odiar las piezas y pasillos del O’Higgins de tanto recorrerlos, escondidos de una prensa y fans incansables.
En la capital pasaron un sábado de paz. Durmieron hasta después del mediodía, salieron por separado. – Gustavo Con Belén, su polola – a recorrer tiendas de Providencia. Aunque no encontraron las sedas que buscaban, pudieron caminar como simples mortales. Claro que, a pesar de que Gustavo debió disimular ojos y pelo con anteojos y gorro, más de alguna lila “atinó” a preguntarle: “¿Cerati, el de los Soda?”, a lo que él respondía: “No, seguramente te confundiste, con mi acento ché”.
Se relajaron.
Almorzaron tarde en el comedor más exclusivo del hotel, para no ser molestados, pero cambiaron un elegante menú de carrito por simples platos a la carta. Los mozos contaron que los vieron acompañados de dos niñas hasta tipo seis de la tarde.
En la noche –a partir de las ocho- se independizaron y cada uno partió por si lado. A Gustavo, a Belén y al encargado de prensa del grupo, Roberto Cirigliano, los pasó a buscar una camioneta de Televisión Nacional para llevarlos hasta la planta, donde analizaron el video de la actuación en la Quinta. Como el resto ya lo había visto en Viña, aprovechó de tomarse la noche libre. Zeta salió alrededor de las 23 horas con Carolina, una joven chilena, rubia, muy atractiva, de botas con flecos y mini, a dar una vuelta, antes de dirigirse a la casa de unos amigos que los esperaban a comer. A Charlty lo visitó una amiga argentina, la modelo Lila Poggio, quien se encuentra en nuestro país grabando un spot para chocolates Vizzio. A Fabián Von Quintiero se lo vio llegar cerca de las ocho, acompañado de dos amigos, muy alegres.
Otra onda, nada que ver a Viña.
De regreso de Televisión Nacional, revista VEA conversó con Gustavo Cerati, sentados en el hall del hotel.
No hubo interrupciones ni apuros por parte del entrevistado, a pesar de que eran pasadas las 23 horas y que al día siguiente –domingo 15- el grupo partía en el vuelo 085 de LAN Chile con destino a Puerto Montt. A las seis de las madrugada.
Enfundado en unos ajustados y desteñidos jeans, chaqueta-blusón negra larga, cero maquillaje y un rostro algo pálido para ser verano, Cerati, vocalista de Soda, soltero, veintisiete años, respondió una a una nuestras preguntas.
-¿Qué te pareció la actuación de Soda en la Quinta?
-Vi los dos show y me gustaron. El sonido y el trabajo de cámara fueron realmente buenos, quizás lo que no se captó bien fue la reacción del publico. Hubo varios partes en que dejamos de cantar el estribillo y la gente lo coreaba. De repente, eso no se notaba en televisión, pero supongo que caía de maduro que nos seguían. Pero me gustó, realmente me gustó mucho
-¿Cómo se ve al público desde el escenario?
-Eso no salió en televisión, te digo sinceramente que por más que lo intenten captar con helicópteros y de la manera que sea, la sensación que te produce salir al escenario y ver, así, de frente, casi verticalmente, tanta cantidad de gente, es monstruoso. Yo creo que de ahí tenga más que ver la palabra monstruo, que con la reacción del público. Fue súper.
-Ustedes, desde su llegada, se plantearon como músicos. ¿Qué hay con el marketing, la imagen, el “show business”?
- Bueno, yo creo que la propuesta de Soda Stereo es una cosa más bien integral, en la cual el marketing tiene muy poco que ver con lo que nosotros hacemos. Si bien yo estudié publicidad es casi nada lo que aplico y el asunto es mucho más normal y simple de lo que la gente lo quiere ver. Nos han preguntado demasiado acerca de la ropa, pero no es algo producido, es idea nuestra, gusto de cada uno. Ni siquiera creo que necesitaremos ser coherentes entre nosotros. Cada uno se pone lo que le da la gana y, obviamente, tenemos gente que está con nosotros: la maquilladora, a quien le pregunto cómo me queda esto o lo otro. Pero somos como cualquier persona.
-Igual les preocupa la imagen, verse bien, el pelo, la ropa…
- No sé si verse bien, el término bien es relativo. Hay gente a la que no le gusta absolutamente nada cómo nos vestimos, entonces para ellos no nos vemos bien. Es una cosa personal. Hay personas que comparten con nosotros ciertos códigos y que de alguna manera asocia el que estemos lindos o bien en un escenario con cómo nos vestimos, ¿no? Pero ni siquiera es el treinta por ciento de lo que Soda Stereo significa. Lo fundamental para nosotros es la música. Sin duda, hay cosas que entran por los ojos, pero igual la gente cantaba las canciones en la Quinta.
-En tu caso pasa que un buen porcentaje entra por la vista, como te habrás podido dar cuenta en Viña,
- Sí, sí, es impresionante pero más allá del fenómeno que trasciende lo musical, yo me llevo algo súper bueno y es una cosa participativa, de comunicación, que he observado que algunos medios han tratado de restarle importancia. Creyeron que nosotros éramos sobradores con respecto al público y no es así. Fue un malentendido, lo que pasa es que yo tampoco me voy a romper la cabeza tratando de explicar cómo pienso. Trato de explicarlo a mi manera y no siempre es bien entendido. Nosotros tenemos una comunicación con el público que se nota, que se ve en televisión, y que es la magia que se produce en el show, ni más ni menos.
-¿Qué te pareció el Festival de Viña?
- Tantas veces dije la gente es tan calurosa, que creo que no me alcanzan las palabras. Realmente es impresionante. Otra cosa que me pareció muy buena es el desprejuicio que existe en muchos aspectos. En Argentina es muy atípico que haya un recital donde toque Soda Stereo, que es netamente un grupo de rock –por más que algunos lo vean como un producto comercial- con artistas como Rápale, por ejemplo. En el mismo lugar se nucleaban una serie de cosas totalmente distintas y la gente participaba con todos, abucheando lo que no les gustaba, como ocurre siempre, pero hubo una cosa de desprejuicio que no es común en Argentina. Allá es muy difícil juntar gente que hace cosas tan disímiles entre sí, porque son mucho más tajantes. Me encantó ver eso en Chile.
-¿Qué conoces del pop-rock chileno?
- UPA!, me gustó musicalmente, aunque no demasiado sus letras. Me parece que no alcanzan a expresar lo que a mí me gustaría, pero es cuestión de gustos, que quede claro. Alo mejor no tengo autoridad para decir si una cosa es buena o mala. He escuchado a Los Prisioneros, creo que tienen una postura un poco tonta, no sé si son así o los inventan así.
-El trabajo de ellos apunta a describir o criticar fenómenos sociales, aspecto que ustedes no tocan en sus letras.
- En Argentina hay muchos grupos que tienen una temática más social; simplemente, yo no escribo de eso, porque no soy una persona que sepa verlo bien. Hay gente que lo hace mejor que yo. Incluso existen grupos mucho más duros, como Los Violadores. Lo ideal es que se formen varias corrientes, yo apelo a lo sensitivo, intimista, por una cuestión de personalidad, nada más.
-Pero, ¿qué quieres hacer con tus letras y con la música de Soda?
- Un montón de cosas. Quiero decir primero que cuando escribo, difícilmente pienso en la gente, porque si no me condicionarla a creer que tengo que hacer algo que el público quiere. Y con esto respondo si me debo o no a mi público. Si uno siente que se debe nada más que al público comete la torpeza de convertirse en un producto netamente comercial, sin ninguna idea de progreso. Simplemente está haciendo lo que pide la gente. Y a veces por más que ésta sea inteligente –el público chileno lo es-, quiere que vos te quedes ahí, como ellos te imaginaron, y es lo peor que nos puede pasar. Porque, para Soda Stereo, significa la muerte. Nosotros siempre andamos desempolvándonos. Por eso hay tantas diferencias entre long plays y puede haber tantas declaraciones contradictorias entre nosotros, pero no nos preocupa, porque somos así.
-¿Pasando a otro plano, ¿estás pololeando con la niña rubia?
- Si (supimos después que se llama Belén Edwars y que es argentina).
-¿Cuánto llevas?
- Un mes.
-¿Es muy difícil tener pareja estable cuando hay tantas fans y fama?
- No, porque la fama es puro cuenta en realidad. O sea, todo eso existe, puede salir a la calle y tener miles de personas pidiéndome autógrafos, todo es muy lindo, hasta que, bueno, no quiero más. A veces es difícil hacerle entender a la gente, muchos se enojan porque decimos no, pero tendrían que entender. Si me pasara todo el día firmando autógrafos, ya estaría en el hospital con la mano quebrada. Simplemente, hay momentos en los que quiero comer o dormir tranquilo, así como cuando tengo buena disposición doy millones de autógrafos.
-¿Ella lo entiende tan bien?
- Ella es una mujer artista (es bailarina), así que manejamos códigos aparte de la fama.
¿Qué es lo más lindo de Gustavo Cerati?
- Una de las cosas que más trato de conservar –y que sé que poseo- es la autenticidad. No dejarme pisar por nadie, hacer lo que realmente se me cante –como decimos nosotros- sin molestar al otro. Cuando Soda Stereo sube aun escenario hace lo que quiere, no canta por una Antorcha –me pareció fantástica haberla recibido-, pero la cosa no pasa por ahí. Nunca planificamos los shows. La gente a veces piensa que nos vestimos para dar un golpe, no es así. Es porque nos gusta, eso es ser auténtico.
-¿Y qué es lo feo?
- A la vez que trato de ser auténtico, también soy impulsivo y soy capaz de cometer torpezas continuamente, tratar mal a la gente a veces, pero no tengo mal carácter. Sólo que a veces no me domino.
-¿Cómo te encuentras cuando te miras al espejo?
- Me veo mejor en televisión que en persona (se ríe), pero está bien porque para el caso me viene bárbaro. No creo mucho en las personas feas ni lindas. Pienso que cada uno debe buscar la manera de ser personal. Ahí radica, para mí, la belleza, ni siquiera en unos rasgos lindos, en unos ojos. Eso es atractivo sin duda. Veo a una mujer y la encuentro linda, perfecta y es atractiva, pero me parece muchísimo más atractiva una personalidad. Ahora, si tiene una nariz de dos metros no importa, una persona puede ser linda si aprovecha su personalidad. Yo trato de estar en eso.
-Después de escucharte, si un día Gustavo Cerati camina por la calle y no pasa nada, no le será problema volver a ser “común y corriente”. ¿O no?
- No, porque de alguna manera trato de dividir las cosas. Creo no tener traumas en ese aspectos, pero no estoy seguro, quizás lo que sí me podría pasar es que sí la gente no nos quiere más, o no le gustamos –cosa que nunca se da de golpe- extrañaría lo del escenario, lo de Viña del Mar.
-¿Qué hacías antes de la música?
- Siempre hice música, pero sin dirección, siempre fue dispersa, estuve en conjuntos que ni siquiera tenían nombres. Trabajé de asesor de bioquímica (sin haber estudiado nunca), me tragué un libro de ochocientas páginas porque me interesaba y laburé en eso. Después hice publicidad. En una época toqué mucho en cabaret, anduve en el verdadero underground porteño tocando música griega.
-¿Esta es una etapa linda de tu vida o esperas algo más?
- Yo disfruto todo lo que me pasa. Te digo que estoy "al mango" -como decimos nosotros, con el volumen a 10-; en todo caso, cosa que sin duda tiene sus pros y sus contras. Por un lado, estás súper acelerado de tiempo y eso te bombea un poco la cabeza y pierdes la noción de las cosas, pero la sensación que tengo es que disfruto todo, por decirte algo: Viña del Mar.